Con prolapso nos referimos al descenso de uno o más órganos de la cavidad pélvica hacia el exterior. El órgano que desciende puede ser la vejiga, el útero, la vagina, la uretra o el recto. Algunas mujeres sólo presentan un tipo de prolapso pélvico, mientras que otras sufren una combinación de dos o más.
Los tipos de prolapso vaginal reciben el nombre del órgano que cae o sale al exterior y es importante recordar que el problema no comienza en el órgano que desciende, sino en un debilitamiento de los tejidos que los sostienen: los músculos, ligamentos y tejido conectivo que forma el suelo pélvico.
En este caso, hablaremos un poco más sobre el prolapso uterino. El útero desciende por la vagina, asomando primero el cuello y después el cuerpo uterino. En los casos más graves, el útero sale por completo a través de la apertura vaginal hacia el exterior.
Dentro del prolapso uterino, hay diferentes grados de gravedad y cada uno tiene su tratamiento:
Grado I o leve: descenso ligero en el interior de la vagina.
Grado II o moderado: el descenso llega a la entrada de la vagina.
Ambos, si ocasionan molestias, deben ser tratados mediante fisioterapia acompañado de un cambio de hábitos.
Grado III: el órgano descendido traspasa el orificio vaginal hacia el exterior, la mujer puede notar el bulto.
Grado IV o total: el órgano (vejiga, útero o recto) sale completamente al exterior, tanto en esfuerzo como en reposo.
Para estos dos últimos grados, generalmente se hace necesaria la cirugía para extirpar el órgano que ha salido al exterior y reconstruir el defecto. Tras la cirugía resulta conveniente una rutina de ejercicios acompañada de pautas de higiene postural y hábitos de vida saludable.
Lo más importante es la prevención y el diagnóstico precoz.
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